El drama de los presos políticos cubanos llegó al cine en Plantados, una película que cuenta los horrores de las cárceles cubanas, en un momento en que arrecia la represión en la isla. BY PLANTADOSFILMS.COM
Una aspillera era lo que necesitaba el director Lilo Vilaplana para que uno de los presos del filme Plantados pudiera imaginar en el horizonte la libertad que no vería por varias décadas, porque Fidel Castro lo había convertido en uno de sus rehenes.
Desde ese hueco en los muros de La Cabaña, la fortaleza española junto a la Bahía de La Habana que fue una cárcel terrible para los condenados, el preso era testigo del fusilamiento de un compañero.
Allí estaba La Capilla, la celda donde llevaban a los condenados antes de fusilarlos, y el Paredón, el destino final de tantos cubanos opositores al castrismo, que en los años 1960 morían gritando ¡Viva Cristo Rey! A veces les dispararon en las piernas para ponerlos de rodilla, antes de darles el tiro de gracia.
Vilaplana, sin embargo, no pudo filmar en el escenario real donde ocurre parte de la historia que cuenta su película, la de los presos “plantados” que se negaron a aceptar el plan de reeducación y adoctrinamiento que les impuso el gobierno cubano con la promesa de mejores tratos y condenas más cortas.
“Esa es la grandeza de ‘los plantados’, a pesar de que los fusilaban, los torturaban y les imponían castigos terribles, ellos no claudicaron”, dijo Vilaplana a el Nuevo Herald.
El director tuvo que filmar los exteriores en el castillo San Cristóbal en Puerto Rico, porque, aunque un congresista intercedió, no pudo conseguir el castilllo San Marcos, en San Agustín, que hubiera representado una manejada de más o menos cinco horas desde Miami.
La causa de esos hombres que cuenta Plantados, que se estrena el 12 de marzo en el Festival de Cine de Miami, no ha sido muy popular más allá del reconocimiento que le ha dado el exilio a esos héroes que sacrificaron su juventud por un ideal.
Vilaplana filmó la película en poco más de 30 días, pero los presos políticos llevaban más de dos décadas tratando de que se contara su versión de la historia. En el grupo estaban el ya fallecido Mario Chanes de Armas, un ex colaborador de Castro que en un momento fue el preso político más antiguo del mundo; Eusebio Peñalver Mazorra, que cumplió 28 años de prisión en los que fue objeto de los peores tratos porque era negro, y Angel de Fana y José Oscar Rodríguez Terrero “Napoleoncito”, que sirvieron de asesores durante las filmaciones en un edificio de Miami, donde se reconstruyeron los interiores de La Cabaña.
Finalmente, el empresario cubano Leopoldo Fernández Pujals, que hizo fortuna en España con la cadena Telepizza, aportó el dinero para la película. Así brinda homenaje a uno de esos presos plantados, su tío, José Pujals Mederos, que cumplió 27 años de una condena de tres décadas. Pujals Mederos falleció en el 2019 en Tallahassee.
Tampoco pudo ver terminada la película Agapito Rivera, otro “plantado”, a quien llamaban “El Guapo”, que falleció en diciembre. Sí estará presente en el estreno en la sala Silverspot del downtown Ernesto Díaz Rodríguez, autor del testimonio Rehenes de Castro, uno de los libros de cabecera de Vilaplana para el filme, quien escribió el guion con los escritores Juan Manuel Cao y Angel Santiestebán, que está en Cuba.
EXTRAS Y ACTORES NO AGUANTABAN LAS DURAS ESCENAS
Napoleoncito fue uno de los presos que los carceleros metieron en las “gavetas”, unas celdas estrechas en las que a veces ponían hasta cuatros presos desnudos, que permanecían parados y se turnaban para que al menos uno pudiera dormir.
“Los tenían allí hasta tres meses haciendo sus necesidades en el mismo lugar y comiendo una sopa asquerosa que les tiraban por la cabeza para ensuciarlos. Querían quebrarlos para que fueran al plan, pero como no funcionó, no las usaron luego con otros presos”, dijo Vilaplana.
Los extras que eligieron para estas escenas se rindieron después de cuatro horas en la gaveta, y eso que estaban tomando refresco y yendo al baño cuando lo necesitaban, contó el director, para ilustrar “la miseria” que vivieron los plantados.
El actor Adrián Mas recordó también otra de esas escenas que ponen la piel de gallina: un grupo de prisioneros está almorzando y vienen a buscar a uno para fusilarlo a plena luz del día.
“Fue un momento especial. Por unos minutos llegamos a pensar que todo aquello estaba ocurriendo en la realidad y no en un set. Tan concentrados estábamos en nuestros personajes que el impacto de las balas nos devastó”, dijo Mas, indicando que “las convicciones de estos presos les ganaron el respeto de todos los reclusos, incluyendo a los comunes”.
La película tiene dos líneas argumentales, en el presente, uno de los presos (el actor Gilberto Reyes), ve a su torturador (Carlos Cruz), que ahora vive con su familia en Miami. Ese reencuentro lo hace recordar los peores momentos de su encierro en Cuba.
Están recreados los castigos más terribles, como las celdas tapiadas, que las cerraban con una plancha de metal, y la zanja de excrementos, donde terminaban los desechos de la prisión, a la que enviaban a los presos después de las golpizas en el presidio de Isla de Pinos.
Reyes explicó que su personaje, Ramón, impulsa la acción dramática de la película y de alguna manera resume a las víctimas de tantas golpizas.
“Cuando él se reencuentra con su torturador en Miami tiene la oportunidad de vengarse, pero decide no hacerlo porque iría en contra de los principios establecidos por los plantados, que proclaman hacer justicia antes que venganza”, subrayó el actor.
En la parte retrospectiva se cuenta también la dura situación de las familias de los presos. Sus hijas y madres eran prácticamente desnudadas en las visitas y que aun así seguían viniendo.
“Durante los encuentros que sostuvimos con los plantados, previos a la filmación, afloraron las anécdotas más increíbles de la vida en prisión. Una de ellas está relacionada con la forma en que requisaban a sus familias cuando los iban a visitar y el tratamiento vergonzoso que le dispensaban a las mujeres”, dijo la actriz Vivian Ruiz, que interpreta a la madre de un opositor que toman prisionero muy joven, a quien por fin logra visitar luego de 13 años sin verlo.
“Es una de las escenas más conmovedoras de la película. Esta mujer le lleva a las hijas para que las vea por primera vez después de tantos años y él no las reconoce. Eso da una idea de que el tiempo no se recupera y que el daño que le ha ocasionado ese régimen a las familias cubanas es irreparable”, señaló la experimentada actriz.
Vilaplana indica que toda la crudeza de la realidad hubo que reflejarla con belleza estética, y al mismo tiempo evitó convertir a los personajes en caricatura. Hasta el torturador muestra amor por su familia.
“Plantados” es hoy más relevante que nunca porque, aunque pareciera contar una historia del pasado, habla también de la Cuba actual. Hace solo unos días los carceleros pasearon desnudo de celda en celda a Luis Robles, el joven cuyo único delito fue llevar en alto un cartel de protesta en el bulevar de San Rafael en La Habana. Los guardias del Combinado del Este no solo permiten, sino que se confabulan con los presos comunes, para golpearlo.
“La película es una estocada para ver si logramos presenciar el fin de la dictadura y reconstruir la patria”, dijo el director.
Llega además en un momento importante. El éxito de Patria y Vida demuestra que los cubanos están cansados, apunta el director.
“Se han dado cuenta que ese proyecto que llamaron revolución no va a ninguna parte, y que la dictadura, en nombre de una utopía, está arrasando con los hijos del pueblo. Se consideran con derecho de reprimir a los jóvenes del Movimiento San Isidro, a la disidencia, a los periodistas independientes”, añadió Vilaplana.
La gente, sin embargo, no está dispuesta a callar como ocurrió cuando otro cineasta cubano, Néstor Almendros, tituló su documental Nadie escuchaba.
El 26 de febrero, los músicos de Patria y Vida y otros artistas cubanos, entre ellos Arturo Sandoval, autor de la música de Plantados, contaron a parlamentarios europeos lo que ocurre en Cuba. El conversatorio virtual lo organizó Cuban Prisoners Defenders, una ONG radicada en España, que también informa que ahora hay 135 presos políticos en las cárceles de la isla.
“Durante más 60 años de dictadura en Cuba siempre ha habido hombres y mujeres con el corazón en el centro del pecho”, concluyó Vivian Ruiz, resumiendo el valor de los que siempre han protestado.
Para entradas a “Plantados” visite la página oficial de la película. El filme se presenta además el 21 de marzo en Miami-Dade County Fair & Exposition. A partir del 26 de marzo se proyectará en cinco salas de Miami, entre estas el Tower.