La Castrociencia
La ciencia de los Castro
'Una fuente familiarizada con las altas esferas de la ciencia castrista me advierte del alquiler de la población para estudios de campo en vacunas y medicamentos.'
Andrés Reynaldo
Miami 25 Abr 2020 - 12:44 CEST ddc
Pasan los
días y la dictadura no ve moverse ficha. Trump no les quita el embargo, la
Unión Europea no suelta billete, el mundo no le da bola al interferón ni al
PrevengHo Vir (ese alarmante extracto de hígado y corazón de pato), la escuadra
americana le ha parado el narcotráfico y en Andorra dicen que los médicos y
enfermeros cubanos solo dan la talla como cuidadores.
Mientras
tanto, el pueblo va perdiendo la paciencia. Cierto, con el letárgico paso de
las almas muertas. Pero la va perdiendo. Esas colas tumultuosas con un calor
que fermenta la bacteria en las chancletas de goma. El jabón de producción
nacional al precio de una botella de Merlot. La policía violando niñas.
Repatriados y turistas del ñangarismo clamando en CNN para que los saquen hacia
las tierras del hand sanitizier y el fast food. Y la viceministra de Cultura
que llama públicamente a su marido (el más parlanchín de los hijos de Fidel)
por el mote de Roberto "Nabo Duro".
¡Siá cará,
Raúl!
Lamento no
haber tenido la idea, ni disponer del tiempo, para llevar desde febrero una
bitácora sobre el drama y la picaresca del virus chino en la Isla. Aquel que lo
haga dejará un excepcional testimonio. No porque yo esté seguro de que ha
llegado el final de la dictadura. Probablemente, no. Pero aquí Raúl está
cruzando una curva hacia eventos que no ya no puede controlar a palos ni con un
éxodo. Bueno, quizás a palos. Muchos, muchos palos.
La urgencia
de la situación destaca en el denodado esfuerzo por vender las pociones del
gabinete de los doctores Castro y promover las virtudes del personal médico
insular. De las pociones, por el momento, ni un pomo. Ni siquiera un bulbo de
interferón para Maduro. Como sabe el lector, el interferón se debe a los
estudios sobre interferencia viral de Alick Isaacs y Jean Lindenmann en
Londres, 1957. Es un medicamento complejo con varias reconocidas marcas en el
mercado. La versión castrista, Interferón Alpha-2B Recombinado, es una mezcla
arrancapescuezo con una leyenda negra en los hospitales de la Isla. ¡Interferón
o Muerte!
Mejor le va
a la trata de médicos. Prensa favorable les sobra, a desdén de los hechos.
Desde El Nuevo Herald hasta The New York Times. Aún así, hay reveses. En
Andorra, los organismos sanitarios no tienen cómo acomodar al contingente
después de haberlos visto en acción. Se habla de bestiales acometidas de
entubamiento, audaces combinaciones prescriptivas, lega consternación frente a
modernos equipos… en fin. Luego de un escarceo diplomático, corrigieron: están
en una fase de adiestramiento.
La trama
andorrana huele a queso. El contingente está pagado por un enigmático
multimillonario de la criptomoneda, Alexis Sirkia, que vive en Tailandia con
dos esposas, lo cual unos admiran y otros compadecen. El padre de Alexis fue un
finlandés que levantó su imperio comerciando (en remedo del título de Andrzej
Wajda) "zafiros y diamantes". Un detalle: en foto tomada cuando el
contingente salía de Cuba, sus miembros llevan máscaras Honeywell N95,
fabricadas en EEUU. Por lo demás, las preferidas del Pentágono.
Una fuente
familiarizada con las altas esferas de la ciencia castrista me advierte de otro
negocio: el alquiler de la población para estudios de campo en vacunas y
medicamentos. No es nuevo, me aclara. Desde fines de los años 60, el sistema
escolar, las fuerzas armadas, los Comités de Defensa y otras organizaciones de
masas conducen extensas campañas de vacunación.
Asimismo,
en medio de la escasez, aparecían enormes volúmenes de medicamentos que la
población asumía como entusiasta tendencia terapéutica. Según mi amigo, buena
parte de estas iniciativas servían a la observación de farmacéuticas e
instituciones extranjeras que pagaban a precio de oro. Pasándose cualquier
barrera ética.
¿Recuerdas
la abundancia del Ciprovit? ¿Cuántas vacunas te pusieron en la primaria? ¿Te
dieron en un hospital un medicamento que nunca más volviste a ver? Algunas de
estas mediciones, dice la fuente, tuvieron y/o aún tienen como escenario a
naciones recipientes de la ayuda internacionalista. ¿Por qué en un contingente
destinado a combatir, digamos, la malaria, se incluye a especialistas de otras
ramas?
¿Qué
sabemos de lo que ocurre en hospitales militares y prisiones? ¿Cuáles
medicamentos, procedentes de qué firmas, se pusieron a prueba en los centros de
reclusión de los pacientes de sida? Ojo, insiste la fuente, a la terca presión
de las farmacéuticas norteamericanas y europeas, y sus peones en los
parlamentos y la prensa (hasta en Miami) a favor del levantamiento del embargo.
Créalo o
no. Como diría Guillermo Cabrera Infante: las circunstancias lo hacen creíble.
Pero no queda duda de la dual categoría del cubano en la zoología fantástica de
los Castro: lo mismo es buey que conejillo de Indias.
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